La digitalización cambiará radicalmente el sector del automóvil. En el 2030, el 70% de los coches en Europa estarán conectados, mientras que en China se espera que llegue al 100%, según este estudio de Pwc. La conectividad permitirá a estos vehículos navegar por internet y tener acceso a todo tipo de servicios multimedia durante los trayectos.
Se trata de una industria en constante crecimiento, que ya no centra sus modelos de negocio únicamente en los procesos de producción y venta, sino que van mucho más orientados a los tipos de uso y a todo el ciclo de vida del vehículo. Esto significa que los fabricantes deberán invertir cada vez más en el desarrollo de nuevas tecnologías con las que responder no solo a las necesidades tradicionales del consumidor, relacionadas con la calidad o la seguridad, sino también a la nueva demanda de conectividad, interacción y automatización del vehículo.
Además, el uso de la inteligencia artificial, que propone equipar a las máquinas con capacidades similares a la de los seres humanos, provocará grandes mejoras en los sistemas actuales de los turismos, con la posibilidad de replicarse al sector del transporte público. Uno de los principales objetivos de su introducción en el mercado es la apuesta por la seguridad, ya que actualmente los errores de los conductores representan hasta el 90% de las causas de accidentes en carretera. Además de la disminución en el número de accidentes, la aplicación de la IA en este sector supondrá ventajas tan importantes como reducir los costes energéticos y evitar la acumulación de tráfico.
En el último año se han presentado ideas innovadoras en el uso de la inteligencia artificial en la automoción. Entre ellas destacamos las siguientes:
· La conducción predictiva a través de un sistema que detecta y registra las reacciones del cerebro del conductor. De esta forma se podría actuar ante determinados pensamientos o señales para acelerar los tiempos de reacción y garantizar una conducción más segura y relajante.
· La comunicación del coche con el resto de vehículos al combinar conectividad, automatización y navegación en tiempo real para prever posibles obstáculos en la carretera.
· La evaluación automatizada de la situación del conductor a través de la inteligencia artificial para detectar posibles molestias del usuario, que se evitarían cambiando la configuración de la conducción cuando se encuentre en modo autónomo.
· La automatización del vehículo para que se desplace por sí mismo en situaciones determinadas de tráfico o en entornos previstos previamente, como un garaje en el que se pueda aparcar de forma autónoma o en el que se conecte automáticamente al punto de recarga cuando detecte una carga baja, en el caso de coches eléctricos.
· La detección de aparcamiento y el estacionamiento automatizado, con la posibilidad de que el vehículo regrese en el momento que el usuario lo desee a la zona de entrega para comenzar un nuevo desplazamiento.
· El reconocimiento facial para el desbloqueo y apertura de puertas que mejore la experiencia del usuario.
Estas tendencias se irán introduciendo de forma rápida en los nuevos modelos de las firmas de automóviles, ya que los ciclos de actualización pasarán de producirse cada cinco u ocho años a hacerse de forma anual. Los fabricantes apostarán, por tanto, por realizar upgrades cada año de su porfolio de modelos para incorporar las últimas novedades tecnológicas lo antes posible. Sin embargo, el vehículo plenamente autónomo tardará más de lo esperado en hacerse realidad. Las previsiones son que en 2030 todavía entre el 85% y el 90% de los coches sean conducidos por personas.