En los últimos años, la computación cuántica ha pasado de ser una idea reservada a la ciencia ficción a convertirse en una tecnología emergente con aplicaciones reales. Tanto es así que la ONU ha designado 2025 como el «Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas». Desde el Ministerio de Defensa de España se habla incluso de una “segunda revolución cuántica”, y la consultora McKinsey estima que para 2030 podrían estar operativos unos 5.000 ordenadores cuánticos en todo el mundo.
La carrera por el dominio cuántico está en marcha, con gobiernos, universidades e instituciones científicas volcadas en el desarrollo de esta tecnología disruptiva, capaz de resolver cálculos complejos con una eficiencia inalcanzable para los ordenadores tradicionales. Lograr la denominada «supremacía cuántica» supondría una ventaja significativa en áreas críticas como la seguridad informática, la inteligencia y la defensa.
La amenaza del «Día Q»
Ante este riesgo, ha surgido la criptografía postcuántica (PQC), una disciplina dedicada a crear sistemas criptográficos resistentes a los ataques de ordenadores cuánticos. Esto incluye desde la generación de números verdaderamente aleatorios (QRNG) hasta la distribución cuántica de claves (QKD), considerada virtualmente impenetrable.
Sin embargo, la transición no solo implica cambiar algoritmos. Es necesario rediseñar infraestructuras, asegurar compatibilidades y evitar posibles fallos de seguridad en el proceso. Por eso, la PQC es una necesidad para proteger la confidencialidad y la integridad de la información en un futuro dominado por la tecnología cuántica.
Competencia global por el liderazgo cuántico
Estados Unidos y China lideran actualmente el desarrollo cuántico a nivel mundial. Según datos de la firma GlobalData, ambas potencias están muy igualadas, aunque sus enfoques difieren: en EE. UU., el sector privado es el principal impulsor, mientras que en China es el Estado quien canaliza la mayoría de las inversiones, que cuadruplican las estadounidenses.
Europa también busca su lugar en esta carrera, aunque enfrenta retos como la falta de infraestructuras comunes, presupuestos dedicados y una estrategia unificada que permita convertir los avances científicos en soluciones aplicables.
A pesar de los avances, desde la consultora británica se advierte que aún podría faltar más de una década para que la computación cuántica madure plenamente. Los obstáculos técnicos, el exceso de expectativas y la escasa rentabilidad actual auguran un posible periodo de estancamiento, conocido como “invierno cuántico”.
El riesgo de «capturar ahora y descifrar después»
Aunque los ordenadores cuánticos capaces de romper el cifrado actual aún no son accesibles a gran escala, ya se especula con posibles ciberataques basados en la técnica store now, decrypt later (almacenar ahora, descifrar después). Esta táctica consiste en recopilar información cifrada hoy para poder acceder a ella cuando estas computadoras sean accesibles a gran escala.
Frente a este escenario, la adopción de mecanismos criptográficos postcuánticos se convierte en una necesidad urgente, especialmente en sectores donde la protección de datos a largo plazo es crítica. En este sentido, regulaciones como la Ley de Ciberresiliencia (CRA) en Europa o la estandarización de algoritmos resistentes a la computación cuántica por parte del NIST estadounidense —como Kyber— están marcando el camino hacia una nueva era de la ciberseguridad.
La colaboración entre organismos públicos, centros de investigación y empresas tecnológicas será esencial para integrar de forma eficaz estas soluciones y garantizar una transición segura hacia un entorno digital resiliente frente a las amenazas del mañana.