El último informe del Foro Económico Mundial sobre el “Estado del mundo conectado 2023” plantea 6 brechas de gobernanza, con claras áreas de mejora.
Las previsiones señalan que en 2030 habrá cerca de 30 mil millones dispositivos de IoT en el mundo, casi el triple de los registrados en 2021. Y es que, en los últimos años, fundamentalmente derivada por las necesidades impuestas por la pandemia del Covid, la implantación, casos de uso, aplicaciones y demanda de soluciones de IoT ha crecido a un ritmo vertiginoso.
Su aceleración ha sido esencial para garantizar la educación, la salud o el trabajo a distancia, así como la continuidad y la resilencia de la industria. Pero también ha propiciado una dependencia creciente de los dispositivos conectados que plantea enormes riesgos y desafíos en materia de seguridad, privacidad, sostenibilidad, interoperabilidad y equidad.
En este sentido, el último informe del Foro Económico Mundial sobre el “Estado del mundo conectado 2023” plantea 6 brechas de gobernanza, con claras áreas de mejora, prioritarias para poder explotar todo el potencial de las tecnologías IoT. El objetivo, reducir los potenciales peligros asociados a su uso y generar la transparencia y confianza necesarias para maximizar sus beneficios. ¿Cómo? Implicando a empresas y gobiernos en la implantación de mejores prácticas de privacidad y seguridad para proteger a las personas, así como para generar confianza y desarrollar acciones dirigidas a crear un IoT más inclusivo, accesible y sostenible.
Áreas con oportunidades de mejora
1 Ética y seguridad: a pesar del aumento en la innovación de los dispositivos conectados, los usuarios siguen mostrando una clara falta de confianza en la protección de la privacidad y en el uso responsable y ético de los datos. Esto se debe a la falta de transparencia de la información, poco legible y compleja para audiencias no expertas, así como a una regulación insuficiente. Si bien las empresas proporcionan un estándar de «consentimiento informado» para verificar y garantizar que los usuarios estén plenamente conscientes de las reglas y límites de un software o plataforma, el modelo actual no educa de manera efectiva a los usuarios sobre las implicaciones de sus elecciones. Además, y aunque el RGPD sentó un precedente para que otros países y regiones adopten políticas sólidas para regular mejor el IoT y las tecnologías relacionadas, muchos gobiernos aún no se han unido a este debate y están retrasados en cuanto a protección de datos.
Para atajar la desconfianza de los usuarios, es necesario implementar la privacidad por diseño, apostar por la alfabetización digital, así como por una mayor transparencia en el uso de los datos, además de desarrollar mejores prácticas que minimicen los sesgos humanos en el desarrollo de la tecnología IoT.
2 Ciberseguridad: la enorme penetración de los dispositivos IoT, así como la mayor sofisticación del cibercrimen, han aumentado los riesgos de gobiernos, empresas y particulares a ser objeto de posibles ataques cibernéticos. Priorizar la seguridad por diseño y por defecto, junto al desarrollo de políticas y regulaciones que permitan abordar de forma ágil los problemas de seguridad actuales, así como la creación de estándares comunes compartidos entre gobiernos en industrias, se imponen como pasos clave para proteger los dispositivos conectados.
3 Igualdad de acceso: el IoT tiene un gran potencial para mejorar la vida de las personas, pero todavía hay que romper con barreras estructurales para allanar el camino hacia inclusividad de la tecnología conectada. Este tipo de dispositivos dependen de un acceso a Internet constante y asequible, así como del suministro eléctrico, y no todos los países o personas cuentan con las mismas posibilidades. Condicionantes como el nivel socioeconómico, la edad o la ubicación geográfica pueden ser determinantes.
En este sentido, la inversión en infraestructura para mejorar el acceso a Internet y electricidad es importante para aumentar el acceso a la tecnología digital en la última milla. También, garantizar la inversión en infraestructura digital para hacer el acceso universal una realidad. Y en este punto, los gobiernos tienen mucho que aportar, estableciendo un entorno regulatorio propicio para la inversión, además de trabajar conjuntamente con el sector privado para establecer estándares que promuevan el diseño inclusivo y universal desde el inicio.
4 Sostenibilidad ambiental: existe una confianza creciente en el progreso de la sostenibilidad ambiental de los dispositivos conectados por la capacidad del Internet de las Cosas para contribuir a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la ONU. En el otro lado de la balanza está la obsolescencia programada, la dificultad para reciclar o recuperar este tipo de dispositivos, los usos de materias primas y el consumo de energía que suponen por el tráfico y el almacenamiento de datos. Para abordar estos problemas, las propuestas pasan por usar el IoT para reducir las emisiones de carbono, utilizar fuentes de energía alternativas y promover políticas que fomenten mejores prácticas de reciclaje.
5 Viabilidad financiera y operativa. La gestión del ciclo de vida de IoT es primordial para evitar la obsolescencia de los dispositivos y sus aplicaciones, así como para eliminar riesgos de privacidad y seguridad y barreras financieras.
6 Interoperabilidad y arquitectura del sistema. Para avanzar hacia un sistema más integrado, las empresas deben mejorar la estandarización, mediante la adopción de estándares y el desarrollo de código abierto y la convergencia de ecosistemas inteligentes.