SIVSA, a través de nuestra compañera Marta Alonso, Data Scientist del departamento de I+D, participa en la iniciativa Inspira STEAM Galicia, que busca fomentar las vocaciones científico-tecnológicas entre las niñas con acciones de sensibilización y orientación impartidas por mujeres profesionales del mundo de la investigación, la ciencia y la tecnología.
Se trata de un proyecto pionero impulsado por la Universidad de Deusto y desarrollado en Galicia de la mano de la Universidad de Vigo, en el que han participado voluntariamente como mentoras 18 mujeres graduadas en disciplinas como ingeniería industrial, telecomunicaciones o minas.
Su misión, compartir su experiencia profesional con estudiantes de 6º de Primaria de seis colegios del área de Vigo para fomentar el descubrimiento de las vocaciones STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts and Maths), nuevos referentes de mujeres tecnólogas y profundizar en los estereotipos que marcan estas profesiones técnicas, a través de dinámicas de juego y actividades.
Hoy, con motivo del Día Internacional de las Niñas en las TIC, nuestra compañera Marta Alonso nos cuenta cómo está viviendo esta experiencia de mentorización en el colegio Escultor Acuña de Vigo, a través del proyecto Inspira STEAM Galicia, y nos habla en primera persona de la brecha de género en el mundo tecnológico.
P.- Es la primera vez que se desarrolla en Galicia esta experiencia, ¿qué te llevó a presentarte voluntaria?
R.-Cuando yo estudié la carrera en la escuela de Telecomunicaciones de Vigo ya éramos muy pocas chicas, pero me sorprendió saber recientemente que lejos de mejorar, los números de chicas en las carreras técnicas han ido empeorando. Es difícil saber qué razones hay detrás de ello, pero creo que cualquier intento por normalizar la situación es bienvenido, y decidí aportar mi granito de arena.
P.-¿Qué es lo que más te ha sorprendido en este tiempo que has compartido con los alumnos del colegio Escultor Acuña? ¿Y a ellos de tu experiencia y de los conceptos que les has transmitido?
R.-Hemos realizado dos sesiones con ellos y aún nos faltan 4 más. Me sorprendió que a los once años todos los niños con los que hablé tenían clarísimo que las que eran más trabajadoras, las que tenían mejores notas en matemáticas, las más “listas” según ellos, eran las niñas. No sé en qué momento eso se tuerce, pero se tuerce, y los niños empiezan a inclinarse más por la ciencia y la tecnología, y las niñas menos. Por mi parte, espero estar transmitiéndoles, al menos, la capacidad para replantearse las cosas. El programa Inspira STEAM está enfocado a que las niñas y niños saquen sus propias conclusiones. Las mentoras solo les animamos a cuestionarse las cosas que tal vez la sociedad da por hechas y, ellos y ellas por extensión, también. Pero nosotros no les damos las respuestas, las respuestas las deben descubrir ellos mismos.
P.-¿Por qué crees que sigue siendo tan reducido el porcentaje de mujeres que estudian profesiones STEAM? ¿Son imprescindibles iniciativas pedagógicas como Inspira STEAM para reducir la brecha de género en el sector TIC desde edades tempranas?
R.-Esa es la pregunta del millón, hay muchas teorías, pero ninguna me parece del todo concluyente. En el mundo actual, en el que la gran mayoría trabajamos en una oficina y la parte que más usamos de nuestro cuerpo es el cerebro, parece muy absurdo, si nos paramos a pensar, que el cerebro del hombre esté más preparado para digamos la ingeniería, que el de la mujer ¿no crees? Pero lo cierto es que estamos rodeados de estereotipos que se perpetúan sin que, a veces, incluso nos demos cuenta. Estos estereotipos son muy limitantes, tanto para las chicas como para los chicos. Se espera de ellos que sean fuertes, que resuelvan problemas, que asuman riesgos. De ellas, que sean dulces, empáticas y que asuman roles de cuidadoras. Esto que digo sé que suena anacrónico, pero la triste realidad es que estas ideas siguen aquí, entre nosotros, en el siglo XXI, porque en el fondo las llevamos marcadas a fuego. Creo que sin darnos cuenta alabamos muchas veces la fuerza y valentía de nuestros hijos y la belleza de nuestras hijas. Creo que hay que darles importancia a esos pequeños detalles, educar en igualdad, empoderar a las niñas y darle cancha a los niños para que puedan manifestar sus emociones, su sensibilidad, sin sentir que están defraudando a nadie.
P.- ¿Faltan referentes femeninos en el mundo de la ciencia y la tecnología o lo que nos falta es darles el lugar que se merecen en la historia y visibilizar sus logros?
R.-Hace un par de años te diría que faltaba visibilidad, pero lo cierto es que en los últimos años eso ha mejorado mucho, hasta el punto de que algunos padres me dicen que se bombardea a los niños y niñas con información sobre mujeres en tecnología. Pero como con toda situación de desequilibrio entiendo que tiene que haber una fase de discriminación positiva. El otro día, un niño de 11 años en el colegio Escultor Acuña cuando le pregunté si conocía a alguien relacionado con las STEAM, me soltó “Hedy Lamarr”,-conocida actriz de cine de los años 50 e ingeniera, que patentó una técnica de conmutación de frecuencias inalámbricas que permitió la implantación de las comunicaciones WIFI años después-, y me dejó a cuadros. Claramente este es un tema que han trabajado más veces en el cole. Creo que es necesario continuar con esa visibilización, como la que presenta la película “Hidden Figures” sobre las mujeres afroamericanas de la Nasa, cuyo papel fue imprescindible para la carrera espacial americana. Las mujeres han estado ahí desde el principio y de alguna manera parece que hayan sido invisibles, eclipsadas por sus compañeros masculinos. Hay que recuperarlas, darles el valor que se merecen. El objetivo es normalizar la situación, que una mujer en tecnología no suponga algo extraordinario, sino una lógica representación de la sociedad actual.
P.-Eres ingeniera de Telecomunicaciones. ¿Qué te llevó a estudiar esta carrera?
R.-Siempre me gustó la tecnología, pero es cierto que nadie me dijo que quizá no era algo para mí. Por el contrario, mis padres nos compraron a mi hermana y a mí un Sinclair ZX Spectrum cuando tenía unos 8 años (sí, tengo una edad, jajaja). Debió costarles un riñón, sobre todo porque no éramos una familia boyante, pero siempre han valorado nuestra educación por encima de todo. Los que no son millennials recordarán esos pequeños equipos con 48K de memoria y teclas de goma que tardaban un siglo en cargar juegos y programas que reproducías en cintas de casete. Con él hice mis primeros pinitos copiando código basic de revistas de programación. Recuerdo que hice una agenda con los teléfonos de mis amigas que tardaban tanto en cargar que no era operativa, pero lo importante fue la satisfacción que sentí. Al final, mi padre, que quería que alguna estudiase medicina, acabó con dos ingenieras en casa.
P.- ¿El hecho de ser mujer ha condicionado de alguna manera tu carrera o tu trayectoria profesional en el sector TIC?
R.-Desde mis años de estudiante me acostumbré a estar rodeada mayoritariamente de chicos. Fue así mientras estudiaba y en todas las empresas en las que he trabajado y, la verdad, es que nunca me importó demasiado. Nunca me he sentido, o al menos nunca he sido consciente, discriminada por parte de mis compañeros o jefes. Más allá de sentirte un poco bicho raro cuando vas a un curso o a una conferencia de software y soportas comentarios como “¡mira qué bien que tenemos dos chicas!”. Comentarios muchas veces bien intencionados, pero que te hacen sentir un poco desubicada.
P.-Supongo que son comentarios o situaciones que acabas normalizando.
R.- Siempre creí que eran gajes del oficio y que no me importaban lo más mínimo, pero hace unos años asistí como ponente a una conferencia en Santiago de Chile del grupo de mujeres en tecnología “Latinas in Computing” a la que asistieron alrededor de 200 mujeres y unos 4 o 5 chicos. El mundo al revés (sonríe). Fue una experiencia superreveladora. El mundo tecnológico, y tal vez el mundo del software aún más, es bastante competitivo. Cuando estás en una charla o en una conferencia, eres testigo muchas veces de esas batallas de egos y esa actitud de “los que de verdad sabemos de esto hacemos las cosas así…”. Pues bien, mientras estaba allí rodeada de mujeres contando sus proyectos de software, de robótica, sus emprendimientos, compartiendo sus conocimientos, pensé: “esto es algo que me faltaba y ni siquiera lo sabía”. Una camaradería que hasta entonces no había vivido. Pudo ser casualidad, pero allí había poco ego y muchas ganas de compartir, de incluir. Entonces pensé que, aunque debemos escapar de las generalizaciones, las mujeres tenemos nuestra aportación que hacer al mundo de la tecnología y las STEAM en general y, precisamente en aquello que más nos diferencie, de los hombres, en términos generales, es donde tenemos más que aportar, porque enriquece y crea diversidad.
P.- ¿Qué consejo le darías a una joven que está actualmente pensando en estudiar una carrera STEAM?
R.-Que no deje que nadie la desanime, que si algo realmente le gusta vaya a por ello. La lógica nos dice que la elección de una carrera no debería ser una cuestión de género, ni para ellas ni para ellos.
Haz clic aquí para conocer otras iniciativas en las que SIVSA participa para fomentar las vocaciones STEM entre los jóvenes.