La medicina es uno de los campos en los que la IA promete avanzar más, y la pandemia no ha hecho más que confirmar esta tendencia. La capacidad de este tipo de inteligencia de analizar grandes masas de datos y ayudarnos a la toma de decisiones es clave a la hora de acelerar el ritmo de la investigación científica, hacer pronósticos pormenorizados de la evolución de enfermedades infecciosas o crear estrategias novedosas para luchar contra ellas. Teniendo en cuenta estas características, se han creado muchas expectativas en el uso de la IA para frenar el avance de la COVID, pero muchos expertos recalcan que no se está logrando sacar todo su partido.
La IA, una esperanza desde principios de la pandemia
Desde un primer momento, la inteligencia artificial se postuló como una de las grandes esperanzas para luchar contra la COVID y así lo está siendo. Tan solo cinco meses después de que se reconociera mundialmente la pandemia, la Universidad de Ohio confirmaba que existían más de 87.000 artículos científicos sobre el SARS-CoV-2, una cifra sin precedentes imposible de alcanzar sin este apoyo tecnológico. Esta tecnología ha contribuido a que los investigadores puedan analizar grandes bancos de datos en tiempo récord, permitiéndoles conocer más sobre este virus y prever su evolución, así como crear fórmulas para mejorar la gestión de los hospitales. La rápida obtención de la vacuna tampoco habría sido posible sin la unión de algoritmos y análisis avanzados, con los que se consiguió identificar, aislar y secuenciar el virus.
¿Cuáles son sus límites?
Aunque el potencial de este tipo de inteligencia en la sanidad sea enorme, un informe del Turing Institute publicado en junio de 2021 concluía que no estaba teniendo el impacto esperado para luchar contra el virus. Desde 2020 se han creado multitud de soluciones para agilizar el diagnóstico de pacientes o rastrear contagios, sin embargo, muchas de ellas se han dado de bruces con unos sistemas clínicos en los que no encajaban o directamente con el rechazo de los usuarios. Los datos también han constituido un gran problema para este tipo de soluciones, ya que, a pesar de ser abundantes, eran de origen difuso o estaban mal etiquetados. Para evitar que esta situación vuelva a ocurrir, la OMS se ha propuesto impulsar el uso esta herramienta, y, en esta línea, publicaba en verano el informe “Ética y gobernanza de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud”, que busca ser una guía para que los países aumenten al máximo sus beneficios y conozcan sus riesgos. Este organismo también ha inaugurado recientemente un Centro de Inteligencia para Pandemias, que buscará atajar las deficiencias en los sistemas globales de información ante crisis sanitarias como la actual.
¿Cómo cambiará la IA la medicina poscovid?
La firme apuesta de la OMS por esta técnica, la experiencia recabada en cerca de dos años de pandemia y el hito de conseguir una vacuna efectiva contra la COVID en menos de un año, han asentado unas bases sólidas para que la IA cambie para siempre la medicina y la industria farmacéutica. El binomio formado por las compañías tecnológicas y sanitarias ya está revolucionando la forma de crear medicamentos a través de la inteligencia artificial, ahorrando tiempo y dinero en ensayos clínicos gracias a las simulaciones virtuales, y, en un futuro cercano, contaremos incluso con fármacos personalizados que se desarrollarán teniendo en cuenta la simulación de la reacción del paciente. Esta inteligencia también ayudará a anticiparse a la futura crisis sanitaria y a conocer mejor enfermedades que llevan mucho tiempo entre nosotros, como el cáncer o el Alzheimer.